El reciente revuelo por los proyectos de litio en Chile cobró un giro inesperado tras el pronunciamiento de la embajada china. Inicialmente, dos compañías asiáticas, BYD y Tsingshan, anunciaron su intención de abandonar los acuerdos firmados con el Gobierno de Gabriel Boric, alegando cambios en el mercado y problemas burocráticos. Sin embargo, la embajada china tiene otros planes.
Hasta el 7 de mayo, se temía que la salida de estas empresas pudiera resultar en la pérdida de inversiones que rondan los 523 millones de dólares y miles de empleos en la región de Antofagasta. La situación era crítica para el Ejecutivo, que veía en la inversión extranjera un motor clave para la economía.
En un giro inesperado, la embajada de China aseguró que “nunca han manifestado haber terminado sus inversiones” en el país y reafirmó su intención de mantener el diálogo con las autoridades chilenas. De acuerdo con la embajada, tanto BYD como Tsingshan todavía están entusiasmadas con el potencial de Chile, un país que se caracteriza por un marco jurídico estable y una política de apertura hacia la inversión.
A pesar de esta declaración, el clima en el Gobierno no es del todo optimista. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, expresó su preocupación, insistiendo en que la salida de los inversores se había planteado en el pasado. Mientras tanto, la ministra vocera subrogante, Aisén Etcheverry, confirmó que las empresas habían paralizado su deseo de invertir, provocando cierta desconfianza respecto a la continuidad de estos proyectos.
Con todo, si la embajada realmente logra convencer a BYD y Tsingshan de continuar sus operaciones, eso representaría no solo una gran victoria para el Gobierno de Boric, sino también un respaldo a su ambiciosa Estrategia Nacional del Litio, una de las promesas más importantes de su administración.
