La informalidad laboral se ha convertido en un tema recurrente en el debate sobre el empleo en Chile. Un reciente informe del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP) destapa cifras alarmantes que desafían la percepción común sobre el trabajo informal.
Según el estudio, hasta enero de 2025, existían 2.467.359 ocupados informales en el país, con una tasa de ocupación informal del 26,3%. De esta cifra, el 53,1% corresponde a trabajadores independientes, pero sorprendentemente, un 46,9% son dependientes que operan bajo una jefatura, mostrando que la informalidad no es un fenómeno exclusivo de los autónomos.
De los 1.156.589 trabajadores dependientes informales, 1.021.349 están en el sector privado, y el 82% de ellos laboran en organizaciones formalmente constituidas. Este dato evidencia una contradicción inquietante: empresas que, aunque formales, eligen operar al margen de las normativas laborales.
Dentro de estos trabajadores, se observa una tendencia preocupante: el 77,4% carece de contrato escrito, y entre ocupaciones de alta calificación, solo el 7,6% son informales. En contraste, la informalidad entre quienes ocupan puestos de baja calificación alcanza el 25,8%. Un fenómeno que refleja un círculo vicioso de precariedad laboral.
Además, el informe revela que costos tributarios y dificultades para iniciar actividades ante el Servicio de Impuestos Internos son percibidas como las barreras más significativas, lo que demuestra que existe un deseo por formar parte del sistema formal. En un claro indicador de la percepción de seguridad, el 85,2% de los trabajadores informales preferiría que sus empleadores cubrieran sus cotizaciones sociales.
Estas cifras lanzan un grito de alerta a las políticas laborales actuales, evidenciando la necesidad urgente de abordar la informalidad y sus complejidades más allá de los discursos simplistas.
