Un nuevo frente intenso deja a decenas de miles sin luz y expone otra vez las fragilidades de un tendido aéreo vulnerable. Expertos y autoridades advierten: el sistema eléctrico chileno sigue sin medidas estructurales para enfrentar al clima extremo.
Una vez más, con la llegada del frente de mal tiempo, miles de hogares en la Región Metropolitana y Valparaíso amanecieron sin luz. Vientos de hasta 70 kilómetros por hora y lluvias intensas bastaron para que cayeran ramas sobre el tendido eléctrico, se rompieran cables y colapsaran postes. El guion es conocido, y la impotencia ciudadana también: ¿por qué el sistema eléctrico chileno sigue siendo tan vulnerable?
“No hay manera posible de evitar interrupciones de suministro si la red es casi completamente aérea”, advierte Humberto Verdejo, académico de la Universidad de Santiago y uno de los expertos que más ha estudiado la fragilidad de la red de distribución. Y tiene razón: en Chile, más del 90 % de la red de media y baja tensión va por el aire. Es decir, expuesta, débil y obsoleta.
A estas alturas, ya no se puede hablar de fenómenos excepcionales. El apagón de febrero de este año, el más grande en más de una década, dejó al 98 % del país sin luz por un error en la protección de la línea de alta tensión. En agosto del año pasado, otro sistema frontal dejó a miles de personas sin suministro por días. Y ahora, en junio, la historia se repite.
La Superintendencia de Electricidad y Combustibles ha ordenado podas preventivas y fiscalizaciones, pero no basta. Las distribuidoras hacen gestos mínimos, sin asumir responsabilidades estructurales. Desde el gobierno, los anuncios de modernización del sistema no se traducen en obras concretas. Mientras tanto, se multiplican las denuncias de vecinos, escuelas y hospitales funcionando con generadores de emergencia, y familias enteras sin calefacción en medio del frío.
“La lluvia es un fenómeno perfectamente previsible, y sin embargo seguimos sin una red capaz de soportarla”, afirma Javier Piedra Fierro, de la Fundación Energía Para Todos. “Nos merecemos un sistema eléctrico que funcione como corresponde”.
Desde el Coordinador Eléctrico Nacional han intentado medidas paliativas tras el colapso de febrero, como reducir la capacidad de transmisión para evitar sobrecargas. Pero esas decisiones tienen un costo: se ha limitado la entrada de energías renovables, se frena la expansión de nuevas líneas, y no se resuelve el problema de fondo.
Lo que sí avanza con rapidez son las tarifas eléctricas, que suben mientras la calidad del servicio empeora. Y ante cada temporal, la escena se repite: reclamos, cortes, nula compensación y una ciudadanía a oscuras, sin respuestas.
El sistema frontal continuará al menos hasta el viernes, con nuevos riesgos de caída de árboles y cortes prolongados. Y aunque las autoridades han activado protocolos de emergencia y albergues para personas en situación de calle, lo cierto es que ningún protocolo puede reemplazar un sistema eléctrico robusto.
Chile enfrenta una crisis climática con un sistema del siglo pasado. Y cada gota de lluvia lo confirma.