José “Pepe” Mujica, el expresidente de Uruguay, falleció este martes a los 89 años tras una batalla contra el cáncer de esófago. Su muerte ha desencadenado una ola de homenajes tanto a nivel nacional como internacional, destacando su legado de humildad, justicia social y compromiso con la transformación de la política en América Latina.
El gobierno uruguayo ha decretado tres días de duelo nacional, una medida que refleja el profundo respeto y cariño que le profesan sus compatriotas. Desde el presidente actual, Yamandú Orsi, hasta figuras internacionales como Lula da Silva y Pedro Sánchez, todos han expresado su tristeza por la partida de Mujica y su admiración por su visión y liderazgo.
El presidente brasileño Lula da Silva, desde su visita a China, enfatizó que Mujica siempre luchó por la justicia social y defendió la democracia con entrega. Así, se cierra la vida de un hombre que, según el secretario general de la ONU, António Guterres, gobernó con “humildad, eligiendo la sencillez sobre el privilegio”. Por su parte, el actual presidente de Chile, Gabriel Boric, recordó que Mujica dejó “la esperanza incombustible de que es posible hacer las cosas mejor”.
Su legado no es solo político. Mujica es recordado por hitos como la despenalización del aborto, la regulación del cannabis y el matrimonio igualitario en Uruguay, posicionando al país como un referente regional.
Sin embargo, su impacto va más allá de las leyes: su forma de comunicar y vivir, a menudo en contraste con las normas de un político tradicional, hizo de Mujica un ícono de la sencillez y del compromiso social. Los tributos a su vida y obra continúan llegando desde varias partes del mundo, recordando la importancia de su mensaje de paz y solidaridad.