Las recientes palabras del Presidente Gabriel Boric sobre Isabel Allende, tras su destitución por parte del Tribunal Constitucional (TC), no lograron calmar las aguas en el Partido Socialista (PS). En una reunión de emergencia, senadores y diputados expresaron su desconfianza y descontento, apuntando a que el Mandatario no se responsabiliza por el acto administrativo que desencadenó esta crisis.
Isabel Allende, una figura emblemática de la izquierda chilena y fiel heredera del legado de su padre, se enfrenta a las consecuencias de un error formal en el proceso de compraventa de la casa de Salvador Allende, lo que ha llevado a su destitución. Durante la reunión del PS, la timonel Paulina Vodanovic criticó el silencio tardío de Boric, acentuando un creciente malestar hacia su administración.
Mientras Boric elogia a Allende, los socialistas exigen más que palabras. Piden responsabilidad política, lo que implica que caigan cabezas dentro del Ejecutivo, a pesar de que varios funcionarios ya han dimitido. Las críticas se centran especialmente en el manejo de la jefa de la División Jurídico-Administrativa de la Segpres, Francisca Moya, quien es vista como una de las responsables del caos.
Sin embargo, el escándalo no solo afecta a Allende. Algunos miembros del PS consideran que la falta de decisiones claras del gobierno podría debilitar aún más su ya frágil relación con el Frente Amplio, justo cuando se acercan elecciones primarias. La murmuración sobre la posibilidad de separarse del FA empieza a tomar fuerza, con el riesgo de que la ambición de Boric por consolidar su legado resulte en una fractura aún mayor.
De esta forma, el sueño de convertir la casa de Allende en un museo que represente la memoria histórica de Chile está siendo amenazado, no solo por la destitución de una senadora, sino por tensiones internas que ponen en jaque la cohesión de la coalición gobernante.