CURICÓ. Las exquisitas cerezas han escalado en solo dos décadas hasta convertirse en el tercer producto más rentable de Chile. Solo el cobre y el salmón superan su posición en la matriz exportadora del país, generando alrededor de 350 mil empleos principalmente en la Región del Maule, pero también en O’Higgins, Ñuble y Biobío.
Sin embargo, la crisis que vivimos a raíz de la drástica caída de los precios en el mercado chino, el principal destino para estas frutas, es algo que muchos en la industria ya veían venir. La historia de Chile nos dice que, cada vez que un rubro crece significativamente, se produce un apetito desmedido por invertir y expandirse. Ya hemos sido testigos de casos como el vino y el kiwi, y el frenazo en la producción de cerezas no es más que la consecuencia de un crecimiento descontrolado.
La magnitud de esta crisis es notable; contamos con cerca de 80 mil hectáreas de cerezos sembrados, un récord que lleva a pensar que un colapso era inminente. ¿Qué medidas tomar, entonces? El camino a seguir no será sencillo. Los agricultores que han invertido en esta industria ahora se enfrentan a una dura realidad donde, tras la pérdida de cinco millones de cajas de fruta por problemas de exportación, también deben lidiar con altos costos de destrucción, que van de 3 mil a 4 mil dólares por contenedor.
Es imperativo que tanto productores como exportadores se unan en grupos de estudio. Transparencia en la cadena de comercialización y una revisión de los costos asociados son esenciales. La dependencia casi exclusiva del mercado chino es insostenible, y es hora de explorar otros destinos como India, Europa y Estados Unidos. La hora de actuar es ahora. Si no adaptamos nuestras estrategias, podríamos enfrentar una debacle significativa para la industria agraria del país.
